La búsqueda de nuevas formas de generar alimentos de forma sostenible está propiciando la aparición de innovaciones tecnológicas en el campo de la nutrición biotecnología que hasta hace pocos años podían pasar por ciencia ficción.
El objetivo es que no renunciemos a nuestra cultura gastronómica pero que el coste y el impacto ambiental de aquello que producimos sea compatible con el abastecimiento de una población mundial en crecimiento exponencial. Para ello diseñamos nuevos tipos de cultivos super productivos que alimenten más, requieran cada vez menos agua y una menor de utilización de fertilizantes y pesticidas. Del mismo modo, ideamos nuevos alimentos sucedáneos basados en proteínas vegetales que tratan de suplantar a la carne, cuyos métodos de producción todavía dejan una profunda huella ecológica como es el caso de la ganadería.
En Orizont ya os hemos hablado de alimentos elaborados a base de harina de insectos como fuente de proteínas de excelente calidad, y cuya producción requiere un consumo de recursos 12 veces menos que las proteínas obtenidas de la carne del ganado.
La agricultura celular consiste en el cultivo de tejidos animales destinados a la alimentación, calzado, medicina, etc… sin la cría ni el sacrificio de ningún animal. Esta técnica nos puede resultar más o menos familiar cuando recordamos los órganos destinados a trasplantes generados en un laboratorio con las más avanzadas técnicas de la genética y biotecnología.
Hamburguesas de laboratorio
En el futuro no será raro ver hamburguesas procedentes de carne “de ternera” generada en grandes contenedores o bioreactores de escala industrial mediante un proceso biológico que permita el cultivo celular. Lo más parecido que conocemos ahora es la forma en la que se fermenta la cerveza o el yogurt en grandes depósitos.
Carne “cultivada en las cocinas” de nuestras fábricas, con todas las propiedades de la carne original. Productos que evitan cualquier traza de químicos derivado del tratamiento médico del ganado (antibióticos), que incluso pueden excluir aquellos componentes de la carne natural que no nos interesen como las grasas en el caso del vacuno, la lactosa en el caso de la leche o el colesterol en los huevos.
Con las mismas técnicas con las que ahora se crean órganos artificiales para su transplante a partir de células madre, crearemos carne para su consumo. La diferencia es que no necesita “funciona” en el interior de un cuerpo, basta con que sea sana, nutritiva y sabrosa.
Ventajas y un sinfín de posibilidades
Las posibilidades culinarias son tantas como pueda alcanzar nuestra imaginación, por ejemplo si pensamos no sólo en quitar el colesterol a los huevos, sino en dar a la carne nuevas texturas, sabores, etc.
La alimentación y el mundo de los trasplantes de órganos no son los únicos que se verán beneficiados, vestiremos ropa de auténtica piel animal sin que por ello ningún ser vivo haya tenido que ser sacrificado.
Los beneficios son innumerables. Podremos seguir consumiendo carne como alimento proteínico (aunque seguro que no con las mismas sensaciones organolépticas de ahora) pero un con coste económico y un impacto ambiental muy inferior al actual. ¿Si lo que necesitamos de un huevo sólo es la clara para hacer pasteles, por qué no cultivar sólo claras de huevo?
Los controles sanitarios harán que este tipo de alimentos sean mucho más seguros ya que se elimina la posibilidad de enfermedades de origen animal transmitidas a este tipo de alimentos.
De momento estas bio-tecnologías de alimentación sólo están en fase de estudio, pero seguro que pronto encontrarán la forma en la que se puedan aplicar industrialmente.
En el futuro se podrá generar leche mediante el cultivo de azucares simples que se convierten en proteinas lácteas.
Imágenes vía: New Harvest
Más información en new-harvest.org