Actualmente vivimos en una era afectada por el cambio climático, los déficits ecológicos y falta de infraestructuras hidráulicas. Esto hace que en determinadas época del año, sobre todo en verano, cuando es época de mayor sequía, los cultivos y la industria agroalimentaria se vea afectada por la demanda del agua.
Por eso, es necesario realizar una gestión eficiente de este recurso natural, ya que además de tener una importancia medioambiental, también es crucial económica y socialmente a la hora de la hora de mejorar la viabilidad y la competitividad de la agricultura. Esto nos lleva a la necesidad de incrementar la productividad del agua agrícola, con el fin de poder disminuir la presión sobre los recursos hídricos, reducir la degradación ambiental y mantener o mejorar la seguridad alimentaria.
¿Cómo podemos llevar a cabo un ahorro sostenible del agua?
A través de la combinación de estos métodos de riego y la innovación, la cual nos permite optimizar y decidir la cantidad, el tiempo de regado o el mejor momento para llevarlo a cabo, conseguimos una eficiencia no solo económica, sino que también afecta a la calidad de los cultivos.
España es el primer país en superficie regada de la Unión Europea, con más de 3,7 millones de hectáreas, lo que supone el 22% de la superficie cultivada y el 67% de la producción vegetal. Por lo tanto, el papel de la industria agroalimentaria es imprescindible a la hora de conseguir un mejor uso de los recursos hídricos.