Los microbios siempre han estado ahí, en la tierra. No se ven, pero han jugado un papel crucial y han influido de una manera u otra en la evolución de los cultivos desde que el ser humano entendió que la agricultura era una forma razonable de obtener alimentos.
Se piensa que la tradicional rotación de los cultivos tiene que ver con la forma con la que unas especies de plantas propician un tipo de microbios que ayudan a fijar el nitrógeno en las raíces de los cultivos. Así que, de alguna forma, inconscientemente nos hemos servido de estos pequeños microorganismos para la mejora de la productividad y la salud de nuestros cultivos desde hace siglos.
En las últimas décadas, con el uso de fertilizantes y plaguicidas estas técnicas naturales quedaron en desuso con la consiguiente contaminación en la tierra y el paso de estas sustancias a los alimentos.
Pero, los seres humanos nos valemos de agentes microbianos para mejorar nuestra salud: Un buen ejemplo son los populares lácteos con bífidus que nos ayudan a mejorar el proceso de digestión y a asimilar mejor las propiedades nutritivas de los alimentos.
En la agricultura la aplicación es muy parecida. Impregnados en las semillas o embolsados paras su dispersión, se están patentando super bacterias y hongos beneficiosos especializados en alterar el microbioma de las plantas. Consiguen impulsar su crecimiento, hacerlas más resistentes a las sequías, enfermedades y plagas, reduciendo la dependencia de fertilizantes y plaguicidas con las ventajas que ello supone.
Una de las empresas pioneras en esta tecnología microbiana ya os la presentamos en las redes sociales de nuestra aceleradora bajo el título de la sección Inspiración Orizont: Indigo. Esta startup con sede en Cambridge basa su actividad en el estudio de los microbios que, desde hace millones de años, trabajan en conjunción con las plantas para favorecer su salud y optimizar su producción de frutos. Poseen un catálogo de agentes microbianos con los que aumentar las cosechas de diferentes cultivos. Este mismo año lanzarán sus dos primeros productos comerciales. Un caso similar es el de Azotic, que ha desarrollado una tecnología basada en el uso de bacterias para fijar el nitrógeno en las plantas. Su producto provoca que las estas reduzcan hasta un 50% la necesidad de presencia de nitrógeno en el suelo por lo que reduce el uso de fertilizantes.
Las grandes multinacionales como BASF, Bayer, Monsanto, etc. están adquiriendo empresas de nueva creación especializadas en estas tecnologías ya que se espera un crecimiento exponencial de este mercado en los próximos años.
La tecnología de los microbios de muchas de estas nuevas startups no sólo se queda en una selección natural de los agentes microbianos, sino en su modificación genética para que actúen allí donde queramos y de la forma que deseemos que lo haga. Esto ha despertado los recelos de grupos ecologistas que creen que la introducción en la naturaleza de agentes microbianos modificados genéticamente puede traer consecuencias imprevisibles en el equilibrio del ecosistema, así como en la salud de los humanos y animales que consumen lo cosechado en los cultivos que han recibido este tipo de tratamientos.