Según el portal Agripa, impulsado por el Ministerio de Economía, CESIC e INIA (Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria) entendemos por Bioeconomía el conjunto de actividades económicas que utilizan como elementos fundamentales los recursos de origen biológico, para producir alimentos, y energía de soporte para el conjunto del sistema económico. Básicamente, se centra en la colaboración del triángulo ciencia-economía-sociedad. Entonces, podemos afirmar que la Bioeconomía se trata de una oportunidad para las empresas y una necesidad para la sociedad, ya que hay que reorientar esas actividades industriales y reconvertirlas en sostenibles.
Para las empresas la oportunidad viene de la necesidad de desarrollar nuevas tecnologías que les permitan diferenciarse y no depender de recursos no renovables, que están acelerando el cambio climático y condicionando el futuro del planeta.
Como consecuencia, se crearán nuevas cadenas de valor en las que se desarrollarán nuevas colaboraciones industriales. Por ejemplo, en el sector agroalimentario se desarrollarán líneas de negocio como biomateriales, bioplásticos o biorrefinerías. De esta colaboración de sectores productivos consolidados con otros nuevos surgirán nuevas necesidades profesionales y se crearán puestos de trabajo.
La tecnología e innovación ayudarán a la eficiencia en los procesos productivos, organizativos y logísticos del sector agroalimentario. El objetivo será la sostenibilidad económica, social y ambiental. Así, mejorará la eficiencia en el uso de recursos (suelo, agua, emisiones…) y se desarrollarán nuevas herramientas para adaptarse a las nuevas condiciones agroecológicas que ayudarán a reducir problemas como erosión acelerada, contaminación difusa, reducción de la biodiversidad, etc.
También cobrará especial relevancia la eficiencia en el uso de fertilizantes, el agua y los sistemas de control de plagas, enfermedades y malas hierbas. Se desarrollarán nuevas tecnologías de procesado, envasado, embalaje, conservación y cadena de frío que preserven, durante más tiempo, todas las cualidades organolépticas y nutricionales tanto de los productos tradicionales como de los nuevos que vayan surgiendo.
Por último, se impulsará el desarrollo de tecnología para la reducción del desperdicio y la recuperación de los residuos y subproductos para otros procesos productivos, así como el reciclado y la recuperación de materias primas.
España, siguiendo la estela de la Unión Europea, que publicó su estrategia de Bioeconomía en 2012, y de otros países europeos, además de Estados Unidos y Rusia, ha elaborado su propio plan denominado Estrategia Española Horizonte 2030, en la que la ciencia, la economía y la sociedad deberán trabajar conjuntamente con los sectores agroalimentario y forestal. Se desarrollará mediante planes anuales de actuación y su impacto se evaluará en el marco del Observatorio Español de Bioeconomía.
Nuestro país es un entorno privilegiado para desarrollar estas actividades, ya que disponemos tanto de los espacios geográficos como del potencial investigador necesario. Según palabras de Isabel García Tejerina, ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, se trata de un modelo productivo “basado en el uso eficiente de los recursos existentes, de forma amplia e integrada, como soporte de una economía inteligente que tenemos la obligación de construir, en beneficio propio y en el de las generaciones futuras”.
Por otro lado, para Carmen Vela Olmo, secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, esta estrategia nace con la idea de convertir la necesidad en oportunidad. “Su misión es la de facilitar el desarrollo de la Bioeconomía sostenible en España durante los próximos 15 años, con el horizonte de 2030, manteniendo la producción competitiva de alimentos y, a la vez, desarrollando y posicionando en el mercado una amplia gama de productos de alto valor añadido a partir de materias primas de origen renovable”.
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