Las cadenas alimentarias cortas reportan grandes beneficios no solo en el ámbito económico sino también en el social y medioambiental. Mientras para los agricultores es una ventaja tener clientes sin tener que negociar con grandes intermediarios, para una parte importante de los consumidores es esencial conocer la procedencia y la calidad de los alimentos que van a consumir.
Como refleja el Eurobarómetro “La política agrícola común” (enero 2016), cada vez son más las personas que buscan alimentos de producción local y sostenible. Según este estudio, un 68% de la población española considera que la agricultura y las áreas rurales son “muy importantes” para nuestro entorno, y un 29% “bastante importantes”. Es decir, un 97% de los españoles reconoce el papel fundamental de la industria agroalimentaria para el desarrollo económico. Ante la pregunta sobre cuáles son las principales responsabilidades de los agricultores en nuestra sociedad, un 41% indica que es “abastecer a la población con una variedad de productos de calidad” y “mantener la actividad económica y el empleo en las áreas rurales”. Asimismo, un 90% piensa que la UE debe seguir apoyando económicamente a los agricultores que llevan a cabo prácticas sostenibles, beneficiosas para el clima y el medio ambiente.
En este sentido, la Sección de Agricultura, Desarrollo Rural y Medio Ambiente de la UE indicó, en su dictamen de 11 de mayo de 2016, que “una renta estable y razonable de todos los operadores a lo largo de la cadena alimentaria es necesaria para garantizar otras inversiones sostenibles y constantes en tecnologías agroambientales y técnicas respetuosas con el clima”.
Al contrario de lo que, a priori, pueda parecer, la respuesta es clara: no. El significado de cadena corta no solo se refiere a una cuestión de distancia, sino que entendemos como cadena corta a todo aquello que contribuya a acercar a consumidores y agricultores, a pesar de la distancia física.
Entre los beneficios de las cadenas de distribución cortas, podemos destacar los siguientes:
En resumen, se trata de una opción “win-win”, en la que todos ganan. Es decir, los consumidores tienen acceso a productos frescos y de calidad, con una buena relación calidad-precio, y los productores obtienen mayor margen que en la venta mayorista.
No obstante, en este sistema de distribución no todo son ventajas, sino que hay aspectos que necesitan apoyo o mejoras.
Para ayudar a superar esas debilidades de este tipo de distribución, por primera vez, la Política Agrícola Común (PAC) para 2014-2020 se centra en las cadenas cortas de suministro, gracias a la cual los productores podrán beneficiarse de numerosas medidas cofinanciadas por el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER).
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